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La anorexia masculina, la enfermedad invisible

Factores desencadenantes y papel de los estereotipos de género como mantenedores de la enfermedad
Marta Carulla-Roig
Marta Carulla-Roig
Psiquiatra infantil y juvenil. Área Salud Mental
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona

La anorexia nerviosa se ha considerado siempre una «enfermedad de chicas», pero a pesar de la mayor prevalencia en el sexo femenino, los hombres también sufren de anorexia. Se trata de casos minoritarios, ya que las estadísticas nos dicen que por cada 9 chicas con anorexia hay 1 chico (Treasure et al., 2020). Estas diferencias de sexo se deben tanto a factores biológicos como psicosociales. 

Por una parte, se ha observado que las mujeres tienen una predisposición mayor a sufrir anorexia nerviosa atribuida a ciertos factores neurobiológicos como el inicio y manifestación de la pubertad, que es anterior en la mujer. Las hormonas sexuales femeninas como los estrógenos parece que tendrían cierto impacto no únicamente en el desarrollo de los cambios físicos en las chicas sino también en los psicológicos (Schorr & Miller, 2017). Así, el paso de niña a mujer viene precedido de una serie de cambios de comportamiento y pensamiento que pueden interferir en la conciencia del propio cuerpo. Es en la pubertad cuando puede aparecer cierta inquietud por esos cambios, como el miedo a madurar y cierta insatisfacción corporal. En el niño, la pubertad es más tardía y no hay un impacto tan importante a nivel hormonal, ya que es más progresivo. 

Desde el punto de vista psicosocial, existen factores ambientales como los roles y estereotipos de género, muy importantes en el desarrollo de una anorexia nerviosa que podrían explicar estas estadísticas tan decantadas en la mujer, pero que también influirán en los hombres. No obstante, la presión estética y la cosificación del cuerpo han sido históricamente superiores en la mujer que en el hombre lo que implica que a ésta se la valore de forma implacable en función de si cumple o no con los cánones estéticos establecidos. Por estos motivos, es importante abordar los trastornos mentales desde una perspectiva de género, ya que esta presión estética que hoy día ya conocemos como «violencia estética», y que se ha amplificado tras el impacto de las redes sociales, influye directamente en el autoconcepto de las personas, en la insatisfacción corporal y, por ende, en la autoestima. Sabemos que uno de los factores de riesgo de desarrollo de anorexia es una baja autoestima, además de una insatisfacción corporal previa al inicio del trastorno.

Del ejercicio físico compulsivo a la restricción significativa de alimentos

¿Qué ocurre en los hombres? ¿Acaso no están sometidos a una presión estética? Sin duda, lo están y cada vez más. La sociedad patriarcal idealiza la «masculinidad hegemónica» con la fuerza física, ello implica un cuerpo atlético y «no desnutrido», motivo por el que tal vez encontremos menos casos de anorexia nerviosa masculina ya que la incapacidad de mantener un peso mínimo saludable (que implica desnutrición) es justamente un criterio diagnóstico de este trastorno.  

Esto explica que encontremos más casos de vigorexia, condición conocida por la obsesión por adquirir un cuerpo musculado, en hombres.  Además, en los casos de anorexia masculina, es mucho más frecuente la obsesión por el ejercicio físico que en la mujer (Schorr & Miller, 2017). De hecho, al inicio suele predominar la voluntad de muscular el cuerpo más que adelgazar. En la búsqueda de este objetivo se realiza un exceso de ejercicio físico, que acaba volviéndose un comportamiento compensatorio. Este tipo de ejercicio es el síntoma más importante en un chico con anorexia y el que cuesta más de controlar. Es compulsivo, tiene como finalidad única quemar calorías, es insano y no comulga con los valores saludables y tan protectores del deporte: disfrute, hábito saludable, socialización y trabajo en equipo. A diferencia de la vigorexia, el ejercicio físico compulsivo sumado a la restricción significativa de alimentos, provoca cambios cerebrales y patrones de conducta muy marcados que desencadenan pensamientos propios de la anorexia, como el terror a engordar o la distorsión de la imagen corporal. 

El hombre con anorexia, además, está sometido a más estigma que la mujer con el mismo trastorno (Timko et al., 2019). La mayoría de casos todavía pasan inadvertidos y a pesar de debutar en la adolescencia se acaban tratando en la adultez. 

¿Cuáles son los factores de riesgo de la anorexia nerviosa masculina? 

  1. Sobrepeso u obesidad infantil: que implica el inicio de dietas, prohibición de alimentos e insatisfacción corporal acorde a los cánones estéticos actuales que idealizan la delgadez en la mujer y un cuerpo musculado en el hombre. (Hache et al, 2020)
  2. Autoexigencia, perfeccionismo y personalidad obsesiva: en chicos predomina un temperamento de elevada autoexigencia, rigidez y obsesividad. Se asocia incluso a un mayor riesgo de trastorno obsesivo compulsivo (TOC) que en las chicas. 
  3. Competición en el deporte de élite: asociado a la exigencia y la presión a la que pueden estar sometidos algunos chicos, la exposición corporal que implican ciertos deportes, la necesidad de llevar cierto tipo de dietas estrictas y controles de peso.  
  4. Acoso escolar y violencia estética10,11: un porcentaje importante de chicos y chicas con AN han sufrido acoso escolar y éste en más del 50% se ha asociado a comentarios sobre su cuerpo (Hache et al, 2020) (Wolf, 1990). La gordofobia, la LGTBIfobia y el racismo son las tres principales causas de acoso escolar. Además, la anorexia nerviosa es más frecuente en chicos homosexuales (Corbeil-Serre et al., 2014) (Nagata et al., 2020). Este aspecto psicosocial se ha estudiado a fondo. Por una parte, el proceso de aceptación de una identidad sexual determinada podría generar un conflicto en el adolescente, entre lo que uno siente y lo que la sociedad espera que «debería ser y sentir». Además, parece que la presión estética podría ser superior en la comunidad LGTBI+. 

Todavía estamos lejos de tener una sociedad lo suficientemente tolerante como para que los adolescentes puedan sentir, vivir libremente su sexualidad y aceptar su identidad sexual sin que ello les suponga un conflicto psicológico. Una de las claves en la prevención de la anorexia nerviosa podría ser la educación en la igualdad y diversidad, además de promover el desarrollo de un espíritu crítico hacia los cánones estéticos inalcanzables e impuestos que impactan en nuestra psique a diario a través de las redes sociales. 

 

Este contenido no sustituye la labor de los equipos profesionales de la salud. Si piensas que necesitas ayuda, consulta con tu profesional de referencia.
Publicación: 18 de Octubre de 2021
Última modificación: 18 de Octubre de 2021
Marta Carulla-Roig

Marta Carulla-Roig

Psiquiatra infantil y juvenil. Área Salud Mental
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona
Bibliografía
Treasure, J., Duarte, T.A., Schmidt, U (2020). Eating disorders. The Lancet , 395 , 899-911. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(20)30059-3
Schorr M, Miller KK (2017). The endocrine manifestations of anorexia nervosa: mechanisms and management. Nat Rev Endocrinol , 13(3) , 174-186. https://www.nature.com/articles/nrendo.2016.175
Timko, C. A., DeFilipp, L., & Dakanalis, A. (2019). Sex Differences in Adolescent Anorexia and Bulimia Nervosa: Beyond the Signs and Symptoms. Current psychiatry reports , 21(1) https://doi.org/10.1007/s11920-019-0988-1
Roberts SR, Ciao AC, Czopp AM. (2018). The influence of gender on the evaluation of anorexia nervosa. Int J Eat Disord , 51(10) , 1162-1167. https://doi.org/10.1002/eat.22917
Association, A.P (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders. (5ª). Washington, DC: American Psychiatric Association. .
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Wolf, N. (2020). El mito de la belleza.. Continta Me Tienes (Errementari S.L.).
Hache, T. (2020). Reapropiarse. Independently published.

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