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Pregunta al Experto

¿Cómo volver a conectar con mi hijo adolescente?

Cuando llega la adolescencia, muchos padres y madres viven con desconcierto y preocupación que sus hijos dejen de buscar apoyo en ellos y se comuniquen menos. La distancia que ponen los adolescentes con sus padres y madres forma parte del proceso de construcción de su identidad y crecimiento hacia su autonomía. Sin embargo, los adolescentes siguen necesitando que las personas adultas de referencia les acompañen y les apoyen. En esta sesión queremos revisar cuáles son las principales dificultades en casa para comunicarse con los y las adolescentes y qué herramientas son efectivas para volver a conectar con ellos. ¡Envíanos tu pregunta!

¿Qué debemos tener en cuenta sobre la conexión con nuestros hijos e hijas adolescentes?

Marta Pardo
Marta Pardo Gallego
Psiquiatra Infantil y Juvenil. Jefa Clínica del ámbito de alternativa a la hospitalización.
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona

La adolescencia es una etapa crucial e imprescindible de la vida humana. Es el periodo en el que se suceden todos aquellos cambios físicos y cerebrales para prepararnos a realizar la transición de la infancia a la vida adulta. A nivel cerebral, el cerebro del adolescente atraviesa una etapa de mayor actividad y desarrollo: se generan nuevas conexiones y se seleccionan y consolidan aquellas que son más funcionales y eficientes para prepararnos para pasar a la edad adulta.

Estos cambios cerebrales se dan sobre todo en tres áreas cruciales que durante la adolescencia se encuentran más activadas o menos para adaptarse a su maduración y preparación para la vida adulta.

  • La corteza prefrontal; es la que se gestiona las funciones ejecutivas como son la capacidad de organización y planificación, anticipación de consecuencias y, por tanto, nos prepara para el pensamiento reflexivo y crítico para la toma de decisión ajustadas para conseguir nuestros objetivos. En el adolescente, esta corteza se encuentra poco activada todavía, lo que puede explicar comportamientos menos reflexivos e impulsivos y la toma de decisiones en ocasiones desajustadas. Todo ello, es necesario para que el adolescente pueda exponerse a nuevos retos, es necesario para poder aprender a afrontar situaciones nuevas e ir aprendiendo de ellas, desarrollando su propia autonomía.
  • El sistema límbico; en el que se gestionan las emociones. En el adolescente se encuentra especialmente activado, presentan una mayor hiperreactividad emocional; esta «montaña rusa» emocional que tanto nos puede descolocar a las personas adultas. Se trata también de una preparación para la vida adulta y el afrontamiento de nuevas amenazas y retos sin la protección de sus progenitores. Esto implica que su sistema de alerta y alarma esté más sensible. Para garantizar su seguridad necesitan tener estas emociones a flor de piel. Como personas adultas esto lo podemos observar cuando se indignan o saltan a la mínima, se sienten amenazados, criticados o atacados…mantengamos la calma, están desarrollando estas respuestas de seguridad para auto protegerse solos. ¡Esta situación, sumado a la menor capacidad de sus funciones ejecutivas para la reflexión, menudo coctel!
  • El sistema de recompensa; este sistema se encuentra más activado también durante la adolescencia; implica la necesidad de buscar sensaciones intensas gratificantes, pero a diferencia que ocurre durante la infancia, las mayores recompensas van a ser las que vengan de su entorno social; sentirse valorado por los iguales va a ser la mayor de las gratificaciones, ya que somos seres sociales y las relaciones con otros, el apoyo y la cooperación con cruciales para nuestra supervivencia. Muchos estudios han evidenciado que el aislamiento, soledad o sentimientos de marginación o rechazo generan un elevadísimo nivel de estrés que en estas etapas puede tener efectos negativos muy significativos en su desarrollo. Este estrés por falta de estimulación de la recompensa social tan necesaria genera un estado emocional todavía más alarmante y de amenaza al sistema límbico que se hiperactiva más en su modo alerta generando reacciones emocionales más intensas y negativas que a su vez el córtex prefrontal no puede regular y reflexionar.

Desde esta comprensión, ante un adolescente hostil, lleno de rencor, ira y conductas hostiles e incluso agresivas, deberíamos ver a un adolescente sufriendo, con mucho malestar emocional, sensación de falta de apoyo y soledad.

La adolescencia representa un gran reto adaptativo. Es la oportunidad de nuestros hijos e hijas para empezar a construirse, tomar consciencia de cómo son, cómo les ven o consideran, qué cosas les gustan y satisfacen del mundo que les rodea y aquellas que no. Es una etapa en la que se irá construyendo su propio criterio, que podrá ir cambiando y modificando según las experiencias de éxito y de fracaso. 

Este puede ser un periodo de estrés y crisis, para ellos mismos, pero también para los padres. Para muchas familias puede resultar también un momento de confusión, de tensión o frustración, donde las estrategias que funcionaban dejan de hacerlo, o se vive con mayor angustia no tener tanto el control sobre los hijos. 

Las neurociencias nos han demostrado que la adolescencia es una ventana muy sensible al cambio, y, por tanto, sigue siendo una gran oportunidad para el aprendizaje.

Es por ello que es clave seguir ofreciendo un entorno familiar seguro, estructurado, de confianza e incondicionalidad a un adolescente que se va conociendo mejor, va practicando sus habilidades socioemocionales y se va enfrentando al mundo de forma más autónoma, con momentos de malestar que son necesarios atravesar y de los que puede salir fortalecido.

Los padres y madres deben ir gestionando un equilibrio entre dejar que el adolescente ejerza su autonomía y, a la vez, mantener un marco de supervisión y gestión de límites seguros. Se trata de ir regulando y encontrando esa distancia de seguridad necesaria para que el adolescente vaya adquiriendo sus habilidades de autogestión para la vida.

En todo este contexto de cambios y retos los adolescentes necesitan sobre todo dos cosas: apoyo emocional y estímulo.

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¿Cuál es la clave para una relación fluida y saludable con los hijos adolescentes?

Marta Pardo
Marta Pardo Gallego
Psiquiatra Infantil y Juvenil. Jefa Clínica del ámbito de alternativa a la hospitalización.
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona

El apoyo emocional, la confianza y la incondicionalidad son siempre claves para una relación saludable con nuestros hijos. Una relación saludable con nuestros hijos adolescentes es aquella que ofrece un marco de desarrollo en la que se les acompaña, se les guía y se les orienta desde la conexión emocional y apoyo incondicional; el adolescente se siente visto, reconocido e importante, y a su vez, se confía en sus capacidades, habilidades y se les hace sentir útiles y se les empuja a afrontar retos asumibles.

Esto incluye el establecimiento de límites, como una forma de respeto mutuo: hacia el adolescente, al que se han de poner límites como una forma de protección ante situaciones y retos en los que todavía no se han desarrollado las habilidades de autogestión y se requiere de una supervisión externa, y hacia los propios padres, que también han de establecer sus propios límites y respetarse a sí mismos, gestionando su propia disponibilidad, tiempo físico, necesidad de autocuidado y tolerancia.

madre e hija adolescente
Madre e hija adolescente

Para mí la clave está en la empatía, en dar importancia a sus cosas y expresar emociones positivas (Madre de adolescente).

La verdad es que cada uno tiene una manera diversa de relacionarse, pero creo que lo imprescindible es respetar nuestros espacios, ser comprensivo y poder escucharnos o ayudarnos si lo necesitamos o lo pedimos (Hija adolescente).

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¿Nos podríais dar algunos consejos clave para conversar con nuestro hijo adolescente?

Marta Pardo
Marta Pardo Gallego
Psiquiatra Infantil y Juvenil. Jefa Clínica del ámbito de alternativa a la hospitalización.
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona

Como adultos, si nos paramos a pensar en lo que consideramos qué es una buena conversación, podríamos coincidir en que es aquella en la que uno siente que, cuando termina, sale de ella un poco «cambiado», ha habido algún click especial, transformador en alguna medida, por una conexión emocional, un punto de vista interesante, diferente y que nos ha aportado…en definitiva, podríamos decir o englobar todo esto en que se ha dado de algún modo, una experiencia de aprendizaje.

Conversar con nuestro hijo adolescente es una gran oportunidad de aprendizaje y conocimiento mutuo.

Siempre hay que tener en consideración que estamos ante un adulto en construcción, un adolescente, con sus retos evolutivos de construcción de su propia identidad, criterio y margen de decisión con satisfacciones, pero también frustraciones y malestares. Y, como padres, nos tenemos que situar en este rol de guía y acompañamiento en este desarrollo de habilidades desde una actitud de empatía, con voluntad real de conectar con las emociones que pueda expresar, tratando de entender y comprender sus puntos de vista, los criterios en los que basa sus opiniones o comportamientos, en un marco de respeto en el que pueda haber discrepancias o diferencias de opiniones sin querer imponer, juzgar o menospreciarlos.

Creo que todos estos elementos se pueden resumir en un ingrediente básico: la curiosidad (genuina), mostrando interés real por lo que nos explican con una intención de ponerse en su lugar y poder entender sus emociones, pensamientos, decisiones o reacciones, sin juzgar o dar opiniones o soluciones de entrada.

¡Pero, muchas veces, el poder mantener ciertas conversaciones con nuestros hijos, puede ser un gran reto para los padres! Cuando en la conversación los hijos expresan ciertas opiniones o explican conductas o decisiones que consideran inadecuadas, equivocadas o que implican riesgos es cuando los padres corren el riesgo de perder esta actitud de curiosidad. Desde la mirada de personas adultas o padres que tenemos que proteger a nuestros hijos, nos invade el miedo, la necesidad de evitarles frustraciones y riesgos. ¡Es una reacción totalmente normal!

Esta reacción nos puede llevar a mostrarnos críticos, menos empáticos, empezar a dar soluciones, o sermones y presionar para corregirlos. Entramos en modo alerta y reaccionamos desde este miedo, y es cuando interrumpimos o hacemos comentarios tipo: «Pero, ¿Qué dices?», «lo que te pasa es que no sabes que…» o «si vas haciendo esto vas acabar…». Insisto: ¡siempre desde la intención de protección!

En este punto es donde corremos el riesgo de que se nos pase la oportunidad de aprendizaje.

La necesidad del adolescente es de aprender y, para ello, necesitan:

  • Sentirse escuchados, con empatía, y dando importancia a su forma de pensar (¡aunque esté equivocada!)
  • Preservando la conexión, se puede establecer una conversación en la que se compartan puntos de vista y se abra la oportunidad a poder aportar, como padres, otras visiones, puntos de vista, comportamientos alternativos, sugerencias de otras maneras de actuar para futuras situaciones
  • Estimulando el pensamiento crítico desde la aceptación y tolerancia y no desde la crítica y cuestionamiento a un cerebro que necesita de calma emocional para poder estimular su capacidad de reflexión y así de aprendizaje. 

En definitiva, una buena conversación con nuestro hijo o hija adolescente sería aquella en la que puede darse una diferencia de opiniones, en las que se da cabida a compartir ideas distintas, respetar criterios y poder plantear diferencias, sugerir otras maneras o puntos de vista, motivando a que las puedan también probar, ensayar y valorar por sí mismos como funcionan.

madre e hija adolescente
Madre e hija adolescente

Yo lo resumiría con cuatro conceptos:

  • Dejar la puerta siempre abierta para el diálogo.
  • Propiciar los momentos de conexión.
  • Intentar tener siempre una actitud abierta.
  • Empatizar con él para poder entenderlo.

(Madre de adolescente)

También es importante no estar todo el rato dándonos órdenes. Evitar enrollarse mucho y que nos escuchéis sin juzgar y sin rechazar nuestras opiniones (Hija adolescente).

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¿Qué puedo hacer para que mi hija me cuente las cosas y no sufra por darme más preocupaciones?

Marta Pardo
Marta Pardo Gallego
Psiquiatra Infantil y Juvenil. Jefa Clínica del ámbito de alternativa a la hospitalización.
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona

Este miedo a preocupar a los padres es frecuente en adolescentes que podemos llamar de forma coloquial más introvertidos o «sufridores», bien porque que se preocupan más de los demás que por ellos mismos, priorizan el complacer al otro a sus propias necesidades, o son muy autoexigentes y se exigen a ellos mismos que deben de solucionarse sus problemas solos. Algunos se juzgan demasiado y consideran que «no deberían de estar tan mal por una situación» y se auto juzgan negativamente como exagerados o débiles y, al final, por todo ello, les cuesta pedir ayuda.

Seguramente necesitan sentir que entendemos que, a veces, uno se puede sentir mal, culpable o que «se hace la víctima» si comparte sus preocupaciones. Podemos incluso agradecerle su consideración hacia nosotros, pero transmitirles seguridad y capacidad de poder ayudarles y apoyarles. ¡A veces los padres deben recordar y explicitar a los hijos de este perfil que nuestra labor como padres es justamente preocuparnos! Es crucial poder neutralizar esta culpabilidad y transmitirles seguridad: «estoy aquí, estás seguro y puedo gestionarlo contigo cuando tu decidas».

Cuando se dé la oportunidad, es bueno reflexionar con ellos sobre esta dificultad en poder respetarse a sí mismos. Pedir ayuda es permitirse no tener siempre que solucionar las cosas solo, es una habilidad de afrontamiento saludable, poder bajar esta presión y poner el foco en la necesidad de cuidarse a uno mismo.

Como padres, ante estas dificultades, podemos tener muchos sentimientos: miedo, frustración, culpa, impotencia, ¡incluso enfado por sentir que no confían en nosotros! Tenemos que poder gestionar todas estas emociones, pero ¿cómo?

  1. Es importante que podamos respetar su intimidad, pero manteniéndonos serenos y disponibles cuando sí tengan la iniciativa de compartir. Cuando esto ocurre, que se pare el mundo ya que tenemos una gran oportunidad: mostrar y demostrarles que somos un espacio seguro, tranquilo, respetuoso y, recordemos siempre, con mucha curiosidad por entender y ponernos en su lugar. Si esto ocurre cuando ellos deciden compartir, habremos brindado un ejemplo que les puede animar a seguir compartiendo con nosotros.
  2. Como padres que estamos preocupados ante la posibilidad de que nuestro hijo esté sufriendo, debemos de gestionar nuestro modo alarma y evitar presionar e insistir. Evitar, por ejemplo, preguntar de forma insistente; señalar que le ves mal; reiterar tu preocupación, etc. Al final corremos el riesgo de acabar transmitiendo justamente que no eres capaz de contener ni tu malestar, así que podemos acabar retroalimentando justamente su miedo. Debemos entender y confiar en que irá haciendo su aprendizaje en gestionar sus emociones.
  3. También hay que poder establecer con ellos unas condiciones. Aunque respetemos sus límites y su intimidad, debemos proteger y mantener un mínimo de seguridad, es decir, hay que dejar claro y establecer con ellos (en una conversación tranquila y no en momentos de crisis o malestar), que, si se observan conductas de alarma o indicios de que existen unas dificultades de afrontar de forma adecuada y saludable un malestar, nuestro deber como padres será solicitar ayuda o aumentar nuestra supervisión como medidas de protección, no de control ni de castigo.
madre e hija adolescente
Madre e hija adolescente

De entrada, no es fácil, no siempre les apetece hablar con nosotras, pero si les mostramos disponibilidad e interés es más fácil (Madre de adolescente).

Demostrarle que estás aquí para lo que necesite, pero respetando sus tiempos y sin presionar. Al final, sólo lo explicará si él o ella elige hacerlo (Hija adolescente).

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¿Es correcto querer saber absolutamente todo de la vida de nuestros hijos?

Marta Pardo
Marta Pardo Gallego
Psiquiatra Infantil y Juvenil. Jefa Clínica del ámbito de alternativa a la hospitalización.
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona

Como padres y madres, nuestro instinto de protección y según como seamos y gestionemos la incertidumbre (y la falta de control…) nos será más fácil o más difícil gestionar la vivencia de distanciamiento de nuestro hijo o hija adolescente.

Nos ayudará recordarnos a nosotros mismos que nuestros hijos e hijas adolescentes están en una etapa de cambio y de necesidad de construirse para ser personas adultas e independientes con habilidades para la vida adulta con independencia de nuestra protección. ¡Nosotros mismos somos las personas adultas que somos hoy en día porqué fuimos también adolescentes!  Eso no significa que seguimos acompañándoles, pero a unos pasos más de distancia, para que caminen por su cuenta, tropiecen, se levanten y aprendan de sus experiencias, ¡también de sus errores! 

Si hemos establecido vínculos seguros tenemos que confiar que, cuando nos necesiten, nos tendrán. Mantener la conexión no es estar todo el día absolutamente todo lo que les ocurre.

Que ellos se alejen y necesiten su espacio e intimidad en este proceso adolescente no significa que dejemos de ser necesarios para ellos. Aunque cueste gestionar esta nueva distancia, se trata de no caer en reproches ni demandas en los que se puedan sentir cuestionados, incomprendidos o no reconocidos en sus necesidades y que caigamos en el riesgo de la desconexión con ellos. Mantener la conexión emocional, un vínculo seguro, de confianza y apoyo incondicional sigue siendo imprescindible y no debemos ponerlo en riesgo. Se trata de que el día que necesiten nuestra ayuda, se sientan mal o les ocurra algo, sepan y tengan claro que pueden recurrir a nosotros con la confianza de que ofrecerles un espacio de apoyo y confianza.

madre e hija adolescente
Madre e hija adolescente

No se puede controlar todo. Hay que respetar su privacidad e intimidad y, al mismo tiempo, protegerlos (Madre de adolescente).

Yo creo que no es correcto querer saberlo todo. Al final es totalmente comprensible que se quiera tener un mínimo de conocimiento sobre qué hace o deja de hacer el adolescente y de cómo está emocionalmente, pero sí que es importante saber respetar su intimidad. Una posible manera es ofrecerle espacios donde pueda sentirse cómodo para hablar. Si los padres creen que es algo muy importante, hacer un cierto seguimiento o asegurarse de que lo hable con alguien, con un profesional (Hija adolescente).

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¿Cómo debemos que tener una conversación con nuestros hijos sin que parezca un interrogatorio o lo vean como tal?

Marta Pardo
Marta Pardo Gallego
Psiquiatra Infantil y Juvenil. Jefa Clínica del ámbito de alternativa a la hospitalización.
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona

Los adolescentes necesitan:

  • Sentirse escuchados, con empatía, y dando importancia a su forma de pensar, aunque difiera de la de los padres.
  • Preservar la conexión. Se puede mantener una conversación en la que se compartan puntos de vista y se dé la oportunidad a poder aportar otros puntos de vista, otros comportamientos, sugerencias de otras maneras de actuar para futuras situaciones.
  • Estimular el pensamiento crítico desde la aceptación y tolerancia y no desde la crítica. Es importante mantener una calma emocional para que los adolescentes puedan estimular su capacidad de reflexión y así de aprendizaje. 

Saber más

madre e hija adolescente
Madre e hija adolescente

Hay que evitar que la conversación sea una pregunta detrás de otra. Aprovechar el momento en el que nuestro hijo sienta que quiere compartir algo con nosotros. Escuchar de forma activa sin juzgar, dejar que se exprese y que dé su opinión (Madre de adolescente).

Pues supongo que se trata de no hace todo el rato preguntas, que nosotros también podamos preguntar. Para mí se trata de sentir que es un espacio de confianza y complicidad y, a partir de ahí, pues nos abrimos más o menos. También respectar si no nos sentimos cómodos con la conversación (Hija adolescente).

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Mi hija les explica más los problemas a sus amigas que a mí que soy su madre. ¿Qué hago?

Marta Pardo
Marta Pardo Gallego
Psiquiatra Infantil y Juvenil. Jefa Clínica del ámbito de alternativa a la hospitalización.
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona

Sigue siendo un reto gestionar esta distancia que necesitan nuestros hijos e hijas y respetar su intimidad. Según como sea cada padre o madre, esta situación nos puede generar miedo a perder la confianza con ellos, tener menos oportunidades de compartir y conectar.

Tenemos que esforzarnos a gestionar y autorregular nuestras propias emociones de miedo, tristeza, enfado o desconfianza, que son naturales como padres, pero que pueden jugarnos malas pasadas si nos desbordan y reaccionamos con reproches, insistiendo o invadiendo su espacio, perdiendo oportunidades de conexión.

En este sentido, es preferible la calidad que la cantidad: aprovechar cuando sí que nos explican cosas y se animan a compartir, para reforzar la conexión y mantener la curiosidad para poder tener buenas conversaciones.

Siempre ayuda recordar que su cerebro adolescente busca intensamente la recompensa y gratificación social. Se está preparando y madurando para poder convertirse en ser social, necesita desarrollar habilidades sociales efectivas.

Es muy recomendable evitar emitir juicios o prejuicios sobre sus amigos ya que su reacción puede ser de alerta y ataque. Si no nos gustan las compañías o no nos quieren explicar quién son, es mejor que hagamos las preguntas desde la calma y la curiosidad; mostrar el interés real no tanto en saber cómo son los amigos (que se acerca más al interrogatorio), sino en conocer realmente qué les gusta de ellos, cómo los hacen sentir, qué les aporta y conocer qué criterios están utilizando para seleccionar amigos. Si ofrecemos espacio e interés ellos se sentirán más conectados. Es desde esta conexión que se podrán expresar dudas, inseguridades o preocupaciones que tengan al respecto.

madre e hija adolescente
Madre e hija adolescente

En mi caso, mi hija está creando su identidad, construyéndose como persona individual y como parte de un grupo. Ahora mismo sus amigos son muy importantes en su vida (Madre de adolescente).

Yo creo que, al final, esto es normal porque nuestros amigos son personas con afinidades similares y de la misma edad. Yo creo que también es sano, y que no hay que hacer nada. Es decir, no podrás hacer para que tu hijo o hija te explique algo que no quiere. También hay que entender que es complicado hablarlo con los padres, quizás es lo difícil, pero bueno, poco a poco. Que no te lo cuente todo no significa que no te tenga confianza porque estoy segura de que en el fondo sois para él una de las cosas más importantes (Hija adolescente).

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¿Cómo conectar con ellos cuando responden con tono despectivo y rechazan hablar?

Marta Pardo
Marta Pardo Gallego
Psiquiatra Infantil y Juvenil. Jefa Clínica del ámbito de alternativa a la hospitalización.
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona

Lo más importante es mantener la calma. Es natural que ante estas situaciones nos podemos sentir mal, heridos y perdamos la capacidad de reflexión. Respiremos, conectemos primero con nosotros mismos, respetemos cómo nos sentimos y, si hace falta, abandonar la situación para conectar con lo que estamos sintiendo y evitar actuar si seguimos muy enfadados o disgustados. Podemos decirle: «mira, prefiero darme un tiempo y cuando vea que puedo continuar con esta conversación te aviso».

Darnos a nosotros un descanso positivo para recuperar la calma es la mejor manera de preservar la conexión con nuestro hijo o hija adolescente ya que, si actuamos bajo nuestro modo de alerta y ataque, seremos dos mentes sin capacidad de reflexión y corremos el riesgo de seguir una escalada que nos hará sentir peor y desconectarnos. Y lo que es peor, que nosotros somos las personas adultas y debemos dar ejemplo. El aprendizaje es mayoritariamente por imitación, aprenderán mucho más de lo que nos ven hacer que de todo lo que les decimos que hagan. Así es que podemos aprovechar la oportunidad de hacer modelaje en la gestión del conflicto.

Si estamos calmados, seremos capaces de validar y reconocer que detrás de esta conducta se esconde un malestar, que podemos haber activado nosotros o no.

Es cuando podemos reiniciar la conversación: «noto que estas enfadado, veo que estas dolido…y no sé si habrá sido algo que te he dicho o hecho, mi intención no era hacerte sentir mal y te pido disculpas si ha sido así», «realmente me sabe mal si te sientes mal y sabes que puedes contar conmigo cuando quieras hablar de ello», etc.

madre e hija adolescente
Madre e hija adolescente

Creo que es útil decirles lo que necesitamos de forma clara y concisa, sin justificaciones que no vengan al caso, intentando expresar nuestros sentimientos asertivamente (Madre de adolescente).

Si en ese momento no se muestran receptivos o no les apetece hablar pues no hacerlo y buscar otro momento (Hija adolescente).

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¿Cómo abordar una conversación con ellos cuando sabemos que nos mienten?

Marta Pardo
Marta Pardo Gallego
Psiquiatra Infantil y Juvenil. Jefa Clínica del ámbito de alternativa a la hospitalización.
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona

Mentir frecuentemente es una estrategia de evitación para evitar una crítica, una negativa, un sermón, una bronca o un castigo. Un adolescente también puede mentir para buscar la aprobación o el reconocimiento. Sea como sea, las mentiras están aflorando una dificultad de afrontamiento que debemos averiguar. Según esta dificultad, la estrategia a seguir puede ser distinta. Si es una estrategia habitual, y tenemos de abordar una conversación sobre el tema, es aconsejable evitar la confrontación directa con crítica de la conducta. Es preferible mostrarse curioso e interesado entender la intencionalidad y el motivo de no decir la verdad que, al final, es lo que nos enfocará en encontrar soluciones y nos dará la oportunidad de trabajar y acompañar en el aprendizaje de las habilidades de afrontamiento.

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¿Cómo debemos actuar si no nos gustan las amistades de nuestros hijos o sus parejas?

Marta Pardo
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En general es recomendable no emitir juicios o prejuicios sobre sus amigos o parejas ya que su reacción puede ser de alerta y ataque. Si no nos gustan las compañías o no nos quieren explicar quién son, es mejor que hagamos las preguntas desde la calma y la curiosidad; mostrar el interés real no tanto en saber cómo son los amigos o su pareja (que se acerca más al interrogatorio), sino en conocer realmente qué les gusta de ellos, cómo los hacen sentir, qué les aporta y conocer qué criterios están utilizando para seleccionar amigos. Si ofrecemos espacio e interés ellos se sentirán más conectados. Es desde esta conexión que se podrán expresar dudas, inseguridades o preocupaciones que tengan al respecto.

madre e hija adolescente
Madre e hija adolescente

Yo creo que tienes todo el derecho y también puede ser importante que le transmitas a él de forma no despectiva lo que tú piensas, pero al final tendrás que aceptar que él también es libre de tener las amistades que quiera a menos que lo pongan en peligro o le dejen en evidencia de alguna manera (Hija adolescente).

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¿Cómo podemos hacerle ver que las normas y límites son necesarios para tener un orden y que no lo hacemos para fastidiarles sino porque les queremos?

Marta Pardo
Marta Pardo Gallego
Psiquiatra Infantil y Juvenil. Jefa Clínica del ámbito de alternativa a la hospitalización.
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona

Explicitando justamente nuestra intención de proteger y enseñar habilidades y no de querer fastidiar, controlar o desconfiar. Explicar las normas y límites desde esta posición de protección y respeto es mucho más constructivo y conecta mucho más con sus necesidades de apoyo y confianza, las entienden mucho más fácilmente.

madre e hija adolescente
Madre e hija adolescente

Plantearles los límites y normas, desde el respeto, con flexibilidad (Madre de adolescente).

Yo entiendo que es lógico que haya unos límites establecidos, sin embargo, quizás poder hablarlo entre todos es positivo, ya que permite llegar a un acuerdo y decidirlos conjuntamente (Hija adolescente).

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¿Cómo puedo crear entornos de confianza con mi hija?

Marta Pardo
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Hospital Sant Joan de Déu Barcelona
madre e hija adolescente
Madre e hija adolescente

Crear entornos que favorezcan a una buena relación con nuestros hijos y dar valor a sus emociones (Madre de adolescente).

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¿Cómo podemos poner límites en la adolescencia si antes no lo hemos podido hacer?

Marta Pardo
Marta Pardo Gallego
Psiquiatra Infantil y Juvenil. Jefa Clínica del ámbito de alternativa a la hospitalización.
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona

Nunca es tarde, pero con un adolescente poner límites implica «más arte» que con un niño. Recordar que los adolescentes están en una etapa de mayor necesidad de reafirmación, con las emociones a flor de piel y con una capacidad de reflexión todavía en desarrollo.

Los límites han de establecerse con 3 ingredientes:

  1. Acordados por ambas partes: escuchar sus opciones también.
  2. Anticipados. No puestos de forma reactiva, se necesita una buena conversación sobre ello.
  3. Revisables. Se aprenderá de los errores, si no funciona se vuelve a pensar y a acordar.

Es importante explicarles que los límites son necesarios para la protección y apoyo: «hay ciertas cosas en las que todavía necesitas nuestra ayuda porque estas aprendiendo y nosotros debemos procurar esta ayuda en tu aprendizaje», «hay situaciones que sabes gestionar, pero puedes encontrarte ante riesgos que todavía no sepas manejar y nuestra labor es anticiparnos para evitártelos».

Evitar poner límites como imposiciones o que presupongan incapacidad: «tú no sabes decidir bien, no tomas buenas decisiones». Este tipo de frases incapacitan y pueden generar rabia y rebeldía o bien baja autoestima e inseguridad.

madre e hija adolescente
Madre e hija adolescente

Los límites son esenciales para vivir y creo que deben de comenzar a implementarse desde los primeros años (Madre de adolescente).

Como tú creas correcto. Es normal que para una buena convivencia haya límites, pero es también debemos aprender que no sólo hay normas en casa, sino que la sociedad está llena y debemos aprender a convivir con ellas (Hija adolescente).

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¿Cómo podemos gestionar los conflictos que surgen cuando se saltan los límites?

Marta Pardo
Marta Pardo Gallego
Psiquiatra Infantil y Juvenil. Jefa Clínica del ámbito de alternativa a la hospitalización.
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona

Cuando se saltan los límites pactados y acordados hay que poder revisar con ellos lo sucedido, entender bien qué ha ocurrido, antes de nada. Esto implica escucharse, ver si estamos calmados para ofrecer una buena conversación. Es muy importante escuchar qué les ha ocurrido, conocer el motivo, la intención o qué dificultad se esconde detrás de ello.

Como padres, nuestra principal tarea es enseñarles habilidades y prepararlos para tener más herramientas, y sólo lo podremos hacer si sabemos entender y comprender sus conductas y qué hay detrás de ellas. Imaginemos que se ha saltado el límite porque lo vive como impuesto o injusto sin tener en cuenta su opinión y nos quiere imponer su manera, que siente que su opinión no cuenta…Pues hagamos que cuente y acordemos los pactos, anticipemos situaciones y revisemos juntos si funcionan.

Si nos limitamos a reaccionar ante la transgresión de la norma o el límite con castigos o consecuencias nos perdemos la oportunidad de saber qué les ocurre. Entender por qué se saltan ese límite es crucial para enfocarnos en soluciones, aprender de los errores y motivar a utilizar otras herramientas.

madre e hija adolescente
Madre e hija adolescente

Si los límites están claramente establecidos y acordados, es más fácil que sepan qué se espera de ellos. Así se evitarán muchos conflictos (Madre de adolescente).

Si se habían pactado y no se han cumplido yo no lo castigaría porque soy de esas que piensa que no sirve para nada, pero sí le haría entender que no puede tampoco hacer lo que le dé la gana y si aun así pasa pues tendrá una consecuencia (Hija adolescente).

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Mi hijo pone en duda todo lo que digo, como si nada de lo que comento sea válido. ¿Qué podemos hacer?

Marta Pardo
Marta Pardo Gallego
Psiquiatra Infantil y Juvenil. Jefa Clínica del ámbito de alternativa a la hospitalización.
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Hay que entender que necesita construir su propio criterio, diferenciarse del de sus padres y por tanto esto puede llevar a cuestionar a los padres. Algunos consejos para cuando esto suceda:

  • Validar esta necesidad y no querer imponer el acuerdo.
  • Mostrar curiosidad por sus argumentos y sus creencias diferentes de las nuestras.
  • Aprovechar ocasiones en las que él o ella haga sus comentarios para reconocérselos y validárselos. Es una manera de que aprendan este comportamiento ¡Modelaje!
madre e hija adolescente
Madre e hija adolescente

Creo que hay que intentar entender por qué tiene esa actitud y a la vez, ponerle unos límites (Madre de adolescente).

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A veces tengo la sensación de que mi hijo me oye, pero no me escucha. ¿Cómo puedo conectar con él para que nos haga caso?

Marta Pardo
Marta Pardo Gallego
Psiquiatra Infantil y Juvenil. Jefa Clínica del ámbito de alternativa a la hospitalización.
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona

No estamos siempre disponibles para prestar atención plena, para tener una escucha activa. Ni los adolescentes ni las personas adultas. Puede ser una buena idea preguntarle si está disponible, expresar tu interés en querer tener una buena conversación y acordar cuando puede ser un buen momento.

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Madre e hija adolescente

En mi caso, intento escucharla y comprender cómo piensa, conocer sus sentimientos, dudas, miedos y emociones. Sin intención de hablar (Madre de adolescente).

Si no quiere escuchar no lo hará hagas lo que hagas, así que yo en ese momento lo dejaría, pero después, si se encuentra con algo que a él no le gusta reaccionar de la misma forma que lo hace él para así hacerle entender cómo os sentís vosotros y, a partir de ahí, si en otro momento se puede hablar perfecto (Hija adolescente).

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¿Es normal que mi hija me deje de hablar y diga que no me quiere?

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Madre e hija adolescente

Es normal que los hijos se enfaden. Yo procuro esperarme, dejar espacio. Y si sus palabras me duelen, intento comunicar mi desacuerdo de la forma más asertiva posible (Madre de adolescente).

Sí, creo que sí. Duele, pero no te lo tomes mal. Aunque ella no quiera reconocerlo sois las personas más importantes que tiene. A veces chocas más con las personas que más quieres (Hija adolescente).

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Psiquiatra Infantil y Juvenil. Jefa Clínica del ámbito de alternativa a la hospitalización.

Hospital Sant Joan de Déu Barcelona

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¿Cómo volver a conectar con mi hijo adolescente?
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Marta Pardo
Marta Pardo Gallego
madre e hija adolescente
Madre e hija adolescente
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Publicación: 20 de Febrero de 2024
Última modificación: 27 de Marzo de 2024