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Irene Farrero
Persona con síndrome de Asperger y activista por los derechos de las personas con TEA

Mi día a día: genialidad y malestar al mismo tiempo

Irene Farrero

Mi día a día siempre ha sido muy complejo, hasta el punto de que, si me sobrecargo demasiado, sólo puedo recobrar energía aislándome y desconectando del entorno. Aunque actualmente, estoy viviendo una etapa vital de mayor autoconocimiento y transformación que me permite no colapsar tan a menudo.

Es agotador estar lidiando con tantas alteraciones juntas todo el tiempo, es vivir en modo supervivencia, es estar alerta de:

  • La interacción social: malentendidos, ingenuidad, bloqueos.
  • El procesamiento de la información: reacciones lentas, dificultad para ordenar el discurso, para acceder al vocabulario, rigidez mental.
  • La integración de la estimulación sensorial: molestias táctiles y de otros sentidos, dificultad en la regulación de la temperatura..
  • Las funciones ejecutivas: memoria de trabajo, control de la impulsividad.
  • Otros factores no visibles para los demás y no reconocidos en general, como: alteraciones del sueño, de la alimentación, de la psicomotricidad, somatización, TOC, TDAH y un largo etcétera.

Cuando siento que no tengo suficiente energía para hacer lo que los demás hacen sin esfuerzo, como asistir a una reunión familiar o quedar con las amistades para hacer cualquier actividad de ocio, me siento muy vulnerable, sobre todo cuando no se entiende todo lo que me sucede porque no es visible. La mayoría de las veces sólo consigo preservar la energía justa para trabajar, dejando pendientes todo tipo de asuntos y tareas cotidianas. Si intento abarcarlo todo, los colapsos son tan grandes que me dejan sin fuerzas, ni físicas ni mentales, durante horas o días.

Lo que me está ayudando es enfocarme en mis habilidades, capacidades, potencialidades y proyectos presentes y futuros, además de aprender a dosificarme y a aplicar todas las adaptaciones necesarias.

Si intento abarcarlo todo, los colapsos son tan grandes que me dejan sin fuerzas, ni físicas ni mentales, durante horas o días.

Gracias a los y las terapeutas, que han visto en mi buena aptitud para comunicar y concienciar, estoy desarrollando varias de mis pasiones: dar charlas, hacer formación y escribir. Ahora, capaz ya de empoderarme, estoy desarrollando mi faceta de coach. Me está costando respetar mi propio ritmo, por el hecho de querer ser como los demás. Pero este hecho, lejos de impedirme seguir, me ha convertido en una experta en encontrar atajos, como trabajar y colaborar con organizaciones inclusivas, donde me tratan con naturalidad y me hacen sentir como una más, a pesar de mis dificultades.

Estrategias para afrontar nuevos retos

A lo largo de mi vida he perdido salud y muchas oportunidades que todo el mundo debería poder vivir con garantías de éxito. Ahora tengo más experiencia, más esperanza, más recursos y estrategias para afrontar los nuevos retos. Además, el esfuerzo y la satisfacción de poder hacer lo que me aporta, renueva mi energía y me permite seguir realizando otros propósitos y sueños. La gran fuerza de voluntad y determinación que tengo me ayudan a avanzar a pesar de los inconvenientes. Mi valentía, gracias a un gran instinto de supervivencia y a una diversidad funcional extraordinaria, me han permitido adaptarme a circunstancias muy desfavorables a pesar del desgaste sufrido.

Una gran inteligencia, perseverancia, constancia, disciplina y el hecho de ser muy autodidacta también cuentan. Y lo que más me ha ayudado a seguir, con la esperanza de que habrá futuros cambios sociales, favorables a un mayor soporte y reconocimiento del autismo y de la neurodiversidad, es mi gran intuición. Nunca me falla; me da paz interior y bienestar, que me conducen a grandes cambios sin sobreesfuerzos, lo cual compensa las carencias.

A lo largo de mi vida he perdido salud y muchas oportunidades que todo el mundo debería poder vivir con garantías de éxito. Ahora tengo más experiencia, más esperanza, más recursos y estrategias para afrontar los nuevos retos.

Por otra parte, las habilidades aprendidas me permiten hacer contactos sociales más estables y duraderos, ahora que con los años he aprendido a relacionarme mejor y a mantener les relaciones más a largo plazo. Por tanto, se han multiplicado las oportunidades de éxito, de reconocimiento en todo lo que hago y de llegar más lejos que antes en los objetivos y propósitos que me planteo.

Quiero emprender y comprometerme plenamente con los nuevos retos a pesar de no tener suficiente soporte y reconocimiento a nivel social y de las administraciones. Me he planteado incluso marcharme al extranjero, a algún país dónde se den mejores soportes sociolaborales, como Suecia, donde vive mi última pareja.

De momento, realizo objetivos a corto plazo que me lleven a los objetivos a largo plazo. Lo que me funciona es no forzar, cosa que desafortunadamente he hecho gran parte de mi vida, por la necesidad y la autoexigencia de querer encajar a toda costa. Ahora tengo más confianza y seguridad en mi misma y ya estoy llevando a cabo a diario varias iniciativas propias que contrarrestan el malestar que sufro habitualmente, perpetuado en parte más por el estigma y los tabúes sociales que por otros factores.

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Los cambios y las mejoras en las personas con TEA son posibles

Entre estas iniciativas, retomar uno de mis puntos fuertes: estudiar idiomas para activar la memoria episódica y para poder, algún dia, hacer conferencias por todo el mundo. Hace poco he recuperado recuerdos de mi biografía. Otras iniciativas han sido: encontrar una compañera de vida, mi gata, y volver a hacer voluntariado, pero a mi manera. Estas actividades me han salvado de caer en una depresión por haber llegado al límite de la desesperación y de la impotencia. Y me han ayudado a resurgir con más fuerza y con mayor convicción en que los cambios individuales me pueden hacer avanzar y en que habrá nuevos cambios colectivos si se dan las mismas oportunidades para todos por igual.

Lo que me funciona es no forzar, cosa que desafortunadamente he hecho gran parte de mi vida, por la necesidad y la autoexigencia de querer encajar a toda costa.

También me ayuda a estar bien: ver sitcoms de humor antiguas, programas de investigación criminal, que es una de mis grandes pasiones (soy muy analítica, lógica y deductiva), vídeos motivacionales y escuchar música. Y he vuelto a dibujar ­(perdí la inspiración en 2009).

Aún puedo hacer muchas cosas, pero el tiempo perdido no volverá y quiero evitar que esto les pase a otros, haciendo difusión, visibilización y concienciación, transmitiendo este entusiasmo de que los cambios y las mejoras son posibles. Por ejemplo, con sólo cambiar las palabras trastorno y discapacidad por otras más adecuadas y positivas, cambiará la percepción que tenemos de ellas.

Ahora veo la vida desde una nueva perspectiva que no he sentido nunca antes, llena de esperanza, de resilencia, de ilusión y de confianza. Ya nada es un impedimento para hacer todo lo que sé y para llegar hasta donde pueda dentro de mis posibilidades, aunque tarde más que la mayoría en aprender y en ponerlo en práctica.

Este contenido no sustituye la labor de los equipos profesionales de la salud. Si piensas que necesitas ayuda, consulta con tu profesional de referencia.
Publicación: 24 de Febrero de 2022
Última modificación: 30 de Enero de 2024

Irene Ferrero tiene síndrome de Asperger, que le diagnosticaron a los 45 años. Activista por los derechos de las personas con autismo, ha participado en el documental transmedia Érase una vez un Singspiel y es miembro de la Asociación de Asperger de Girona (SAGI) y de Viu Autisme de Platja d'Aro. Además, es colaboradora como conferenciante por la Cátedra Autismo de la Universitat de Girona y por otras entidades, coach personal y escritora.

Irene nos comparte cómo supera las dificultades que le supone tener Asperger en su día a día. Enfocarse en sus habilidades, capacidades y potencialidades le ayuda a emprender nuevos retos y proyectos, entre los cuales el de dar visibilidad, concienciar y transmitir que los cambios y las mejoras son posibles.