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Actividades con perros y personas con TEA: ¿Terapia o entretenimiento?

Beneficios de las intervenciones con perros en el tratamiento del autismo
Isabel Rueda
Isabel Rueda Bárcena
Psiquiatra infantojuvenil. Unidad Terapéutica Educativa Acompanya´m
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona

Durante los últimos años, las intervenciones o actividades en las que están implicados algún tipo de animal han adquirido mayor protagonismo y relevancia en el área de la salud mental.

Aunque aún no existen suficientes datos científicos para que la intervención asistida con animales en las personas con trastorno del espectro del autismo (TEA) sea reconocida como una terapia principal con evidencia demostrada, los diferentes estudios y casos realizados hasta el momento han demostrado resultados favorables, observándose abundantes beneficios físicos y mentales como para ser considerada una terapia complementaria adecuada dentro de su tratamiento global.

No obstante, es importante tener en cuenta que, aunque en la mayoría de los casos la presencia y la interacción con el animal resulta beneficiosa, existen algunas personas con diagnóstico de TEA que pueden mostrarse intolerantes hacia los estímulos que representa el perro. Debido a las diferencias en el procesamiento sensorial que pueden presentar, muchas personas con autismo pueden tener hipersensibilidades e inseguridad ante ciertos componentes del animal como su olor, la apariencia, la textura y los sonidos, lo cual puede provocar que se muestren inquietos o molestos ante su simple presencia. En estos casos, el contacto con el animal, en lugar de ser algo beneficioso, implicará un factor de estrés.

El uso de animales en las terapias con TEA se basa en la hipótesis de que los movimientos y comportamientos del animal son más fáciles de interpretar, ya que siguen un patrón más predecible y repetitivo, que no exige tener que descifrar las distintas señales verbales y no verbales que se dan en la interacción entre personas.

Algunos niños con TEA muestran mayor habilidad y disfrute al interactuar con perros que con otros seres humanos.

Para una persona con TEA, la inconsistencia entre el lenguaje corporal y los actos de una persona sin este trastorno puede generar dudas e inseguridades y dificultar la interpretación de sus intenciones. A diferencia de los humanos, los animales tienden a mostrar una gran consistencia entre sus intereses y sus actos. Un perro, por ejemplo, tenderá a aproximarse hacia un humano si éste le ofrece comida y se alejará si le agrede. La consistencia entre estímulo y respuesta que muestran los animales supera claramente la inconsistencia comportamental de los humanos. Un niño con TEA que observa que en ocasiones los niños son amigables con él y que otras veces le evitan o se burlan puede presentar conflictos por no ser capaz de predecir estas respuestas y tratará de evitar la interacción. Esto podría explicar por qué algunos niños con TEA muestran mayor habilidad y disfrute al interactuar con perros que con otros seres humanos.

Los beneficios de la interacción con el perro

La adquisición de habilidades para interpretar y responder a los comportamientos y señales sociales del perro podría servir como puente para que la persona con TEA aprenda posteriormente a entender el significado funcional de la comunicación y las interacciones sociales con personas, permitiéndoles así poder participar en contextos sociales sencillos, disminuyendo su aislamiento y promoviendo sus habilidades para relacionarse socialmente.

Actualmente es posible recurrir a intervenciones con diferentes animales (caballos, delfines…), pero a diferencia de otras especies, se ha descrito que el perro posee una capacidad innata única para atender e interpretar señales humanas, lo que hace que sea un excepcional instrumento de interacción durante las terapias y la vida diaria. Las características sociales del perro facilitan que el niño con TEA se muestre más abierto a interactuar con él y que pueda ejercitar con mayor motivación su capacidad para comunicarse. Además, se considera que el perro por sí solo representa un modelo viviente de estimulación multisensorial (tanto visual, como sonoro y táctil) para las personas con TEA, y que resulta más atractivo y menos intimidante que otro ser humano.

El perro posee una capacidad innata única para atender e interpretar señales humanas, lo que hace que sea un excepcional instrumento de interacción durante las terapias 

Algunos estudios han mostrado que el uso de perros en terapias y en actividades de la vida diaria es una alternativa útil complementaria al tratamiento del TEA, favoreciendo la aparición de conductas positivas (un aumento de la interacción social, un incremento de las conductas de juego, mejor nivel de atención en las sesiones, menor nivel de estrés,  la promoción de un mayor y mejor uso del lenguaje, etc.), y disminuyendo la frecuencia de conductas negativas, como la agresividad hacia los demás y hacia sí mismo o algunas de las conductas autoestimulatorias  que pueden interferir en su funcionalidad.

Existen estudios en los que también se ha observado que, en presencia de un perro, niños con TEA expresan mayores signos de bienestar como sonreír, tener contacto visual con el terapeuta y permitir el contacto físico. Esto ha llevado a pensar que el perro actúa como mediador, favoreciendo la aparición de conductas sociales y potenciando habilidades que pueden ser posteriormente transferidas hacia interacciones humanas.

Además, estos estudios indican que la presencia de un perro en las terapias genera un ambiente más agradable para los niños con TEA, lo cual permite que muestren un mejor comportamiento. Y un mejor humor y comportamiento por parte de las personas con TEA puede influir en el éxito de la terapia.

A pesar de los beneficios que ha demostrado la utilización de perros en el tratamiento de personas con autismo en los diferentes estudios realizados, es importante precisar que los perros por sí mismos no constituyen una terapia, sino un instrumento; son un «facilitador» o «mediador» de la interacción entre el terapeuta y la persona con TEA.

Las intervenciones con perros como terapia

Entonces, las actividades o intervenciones con perros en personas con TEA, ¿se pueden considerar una terapia o son sólo una actividad de ocio?

La respuesta correcta es que ambas opciones pueden ser ciertas y esto dependerá de cómo se planteen y como se lleven a cabo las sesiones. Cuando se decide incluir la intervención asistida con perros como terapia dentro del plan de tratamiento global de una persona con un TEA, lo adecuado y recomendable es que el terapeuta referente (psicólogo, psiquiatra…) se coordine previamente con el técnico que vaya a dirigir las sesiones, para poder concretar de forma precisa los objetivos a trabajar y los procedimientos que se aplicarán dentro de la programación establecida para la persona.

A modo general, en la terapia asistida con perros en personas con TEA se pueden trabajar, entre otros:

  • El contacto visual.
  • Las habilidades de comunicación verbal y no verbal.
  • La comprensión de emociones para fomentar la interacción social.
  • El aprendizaje y respeto de normas.
  • La memoria.
  • La atención.
  • Habilidades de motricidad fina y gruesa.
  • La estimulación sensorial.
  • La reducción de conductas estereotipadas y de conductas disruptivas.
  • La tolerancia de tiempos de espera y aceptación de momentos de transición o cambio entre actividades.

El perro se considera un estímulo multisensorial muy atractivo y un potente motivador en sí mismo para una gran parte de las personas con autismo, y favorece el nivel de colaboración en las sesiones de evaluación. Esto va a permitir en muchos casos llevar a cabo ciertas intervenciones que en el caso de algunas personas serían imposibles sin la presencia del perro, como la exploración de la capacidad atencional, valorar el nivel de comprensión de órdenes verbales e incluso, en ocasiones, facilitar que la entrevista clínica del psiquiatra o psicólogo sea más entretenida y relajada.

Se ha observado que, en presencia de un perro, niños con TEA expresan mayores signos de bienestar como sonreír, tener contacto visual con el terapeuta y permitir el contacto físico

Las sesiones estarán condicionadas, además de por la edad, por las diferentes características clínicas y habilidades que presente el niño y, en función de ellas, se elaborará un protocolo individualizado de la terapia que se quiera llevar a cabo.

Los principales factores que condicionarán las sesiones, tanto los objetivos concretos a trabajar y la duración, como los materiales y actividades que se podrán utilizar en ellas, son:

  1. La capacidad cognitiva de la persona y su nivel de funcionamiento general.
  2. Las habilidades de comunicación: nivel de lenguaje verbal expresivo y nivel de comprensión de lenguaje verbal.
  3. Las hipersensibilidades que puedan tener.
  4. Sus principales intereses motivacionales.
  5. Síntomas de otros diagnósticos de salud mental que se puedan añadir (como síntomas de hiperactividad, síntomas de inatención, elevada irritabilidad que desencadene conductas heteroagresivas, autolesiones, etc.)

Actividades de las sesiones de terapia asistida con perros

Existen múltiples actividades que poder realizar durante las sesiones de TAP y, en función del objetivo a trabajar con cada persona, el técnico especialista elegirá la más adecuada para cada momento. Algunos de los diferentes «usos» que se puede dar al perro en las sesiones de terapia con una persona con TEA son: 

  • El perro como elemento de estimulación sensorial: los participantes en la terapia pueden acercarse al perro y explorar con sus sentidos los componentes físicos del perro (caricias, cepillado, …).
  • Como modelo o maniquí: el perro es utilizado como un estímulo de ejemplo sobre el cual se puede hablar, comparar, describir situaciones y experiencias de la propia persona que esté realizando la terapia.
  • Como coterapeuta: el perro participa activamente durante la terapia jugando con el niño, trayéndole cosas, realizando habilidades o buscando el contacto físico.
  • Como objeto de transición y mediador social: por ejemplo, en el caso de algunos niños, desarrollan un apego emocional con el perro, con lo que se minimiza la ausencia del familiar (figura de apego) durante la terapia.

En algunos casos el paseo con el perro también puede ser un elemento importante dentro de la terapia con el que se puede trabajar la regulación del comportamiento cuando van caminando por la calle, y facilitar el aprendizaje de mayor autocontrol de respuestas impulsivas y desproporcionadas ante algún estimulo que les resulte muy atractivo o muy aversivo (salir corriendo, empujar/golpear a gente, llevarse a la boca diferentes objetos que encuentran, como hojas de árboles, etc.). Durante la sesión de paseo se pueden trabajar aspectos como: caminar de manera apropiada y al lado del terapeuta, conocer y distinguir el significado de los colores de las luces de los semáforos y aprender cómo y cuándo utilizarlos, tolerar los tiempos de espera y el juego dentro del parque, por ejemplo.

Del mismo modo que las personas con TEA pueden ser totalmente diferentes entre sí, las sesiones de terapia con perro también suelen serlo. Se pueden llevar a cabo sesiones individuales, en pareja, en grupo, incluyendo o no referentes de la familia, en función del objetivo terapéutico que se desee trabajar.

En aquellos casos en que no se establezcan unos objetivos de trabajo específicos las sesiones con perros se deberán entender y valorar como una actividad lúdica, siendo también algo positivo para la persona si el animal le resulta agradable y motivador, pero no se puede considerar una intervención terapéutica como tal.

Este contenido no sustituye la labor de los equipos profesionales de la salud. Si piensas que necesitas ayuda, consulta con tu profesional de referencia.
Publicación: 14 de Septiembre de 2022
Última modificación: 14 de Septiembre de 2022
Isabel Rueda

Isabel Rueda Bárcena

Psiquiatra infantojuvenil. Unidad Terapéutica Educativa Acompanya´m
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona
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