De manera general, se puede decir que los síntomas centrales son la hiperactividad, la inatención y la impulsividad. En niños, la hiperactividad se aprecia, por ejemplo, en que no pueden parar quietos, les cuesta permanecer sentados, corren y saltan en momentos inapropiados. En las niñas, la hiperactividad puede mostrarse de manera más sutil, como con un desasosiego interno, ansiedad, o alta sensibilidad. En referencia a la impulsividad, algunos de los síntomas pueden ser el hecho de que interrumpa continuamente, que le cueste esperar su turno, responder antes de tiempo, o tener conductas irreflexivas de riesgo. Por último, en la inatención es común la pérdida de objetos y materiales, desorganización en tareas, parece que no escucha cuando le hablan, se distrae constantemente o le cuesta concentrarse en tareas que no son motivadoras.